Consciencia Arbórea

Consciencia Arbórea es un proyecto que integra el modo de ver, sentir y entender el Reino Arbóreo, una visión que actualiza el paradigma sobre la vida y la manifestación de los árboles.

Árboles de la vida, ciervos y chamanes

1024 693 Consciencia Arbórea

ÁRBOLES DE LA VIDA, CIERVOS Y CHAMANES

Queremos compartir un excelente artículo de la autora Montserrat Hormigos

El glifo del árbol es uno de los símbolos conocidos más antiguos que se remonta a la Edad de Piedra. Los motivos arboriformes, ramiformes y fitoformes destacan en el arte rupestre de diferentes partes del globo desde el Paleolítico final. Se trata de petroglifos, incisiones grabadas o pinturas sobre rocas al aire libre, paredes de cuevas y abrigos, piedras de monumentos megalíticos, plaquetas, colgantes pétreos, guijarros, recipientes de cerámica y objetos de hueso.
Según Fred Hageneder, el símbolo arbóreo es el eje alrededor del cual la rueda del tiempo gira, conectando luz y oscuridad, arriba y abajo, lo eternamente mudable y lo eternamente inmutable. Mientras para Ignacio Abella, el motivo arbóreo estaría relacionado con la construcción de una cultura que ligaba el origen y la identidad de la tribu y su territorio a los mitos primordiales del árbol; así se creaba una conciencia de pertenencia a la Tierra enraizada en el mundo natural. La relación del motivo arbóreo con el cérvido también aparece en los tiempos primevos, ya que por el parecido de su cornamenta con el ramaje se le ha comparado simbólicamente con el árbol de la vida, en el sentido de crecimiento y renovación. Ambos elementos podrían estar conectados con las prácticas chamánicas en el origen de las expresiones sagradas.

El árbol que describe el mundo chamánico

Existen ejemplos de la Prehistoria de la Península Ibérica en las que el árbol parece protagonizar escenas de carácter sacro. En el Abrigo de la Higuera del barranco Estercuel (Alcaine, Teruel), un estilizado árbol (tronco y ramajes laterales), al que se le ha superpuesto un ciervo, sostiene en su parte superior a un par de hombrecillos. Las figuras quedan coronadas por dos oquedades naturales ovaladas pintadas en el mismo color rojo violáceo, en el interior se advierten representaciones minúsculas, unas estilizadas y otras esquemáticas, de seres humanos.

Un árbol, infinitos significados

Sobre este receptáculo revolotean otras figuritas de tamaño ínfimo. Ninguna de las figuras humanas porta armas o utensilios de recolección, por lo que la escena ha sido interpretada por Antonio Beltrán (1998, p. 48) como un rito de fertilidad vegetal, animal y humana; ya que el autor identifica los accidentes naturales con vulvas femeninas, en conjunción con la proximidad de la mujer representada desnuda y en avanzado estado de gestación. Mientras para Jordán Montés (2008-2010, pp. 129-130) se trata de la representación de un ritual chamánico de ascenso al árbol cósmico para recuperar las almas que esperan su renacimiento, ya sea físico o simbólico-espiritual, en el saco de fecundidad.

El motivo del Árbol del Mundo como eje que comunica las tres regiones cósmicas (superior, media e inferior), es el polo central de la escala chamánica. Tal como expresa Mircea Eliade y otros expertos en religiones comparadas y antropólogos, el árbol manifiesta un papel primordial en los ritos de iniciación chamánica. La instrucción de la machi, chamana mapuche (Chile), tiene lugar en un tronco sin corteza del canelo (Drimys winteri), que se corta en forma de escalera de siete peldaños y que es un medio simbólico de ascensión celeste. Al árbol trepa el neófito para ser consagrado, mientras el chamán se sirve de éste para realizar una serie de tareas: comunicarse con los espíritus del más allá y los antepasados, obtener información sobre meteorología, consecución de alimentos, recursos o remedios para sanar enfermedades.

El poder de un árbol

También puede rescatar las almas de los niños perdidos o de los adultos enfermos. Según la creencia de las tribus siberianas, las almas humanas que todavía no han nacido penden de las ramas del árbol cósmico, desde donde se introducen en el útero materno en forma de embriones, y los chamanes tienen el don de transportar el alma del nonato a la tierra; también representa el renacimiento simbólico a un nuevo estado de conciencia. Los mansi (Siberia occidental) acostumbraban a guardar las placentas de los recién nacidos en sacos especiales llamados kuzovok, que colgaban en un árbol considerado sagrado. Mientras los nanai adoraban a Maidia Mama, el Ama de la fertilidad y del árbol de la vida, que en ocasiones se representaba como un alce hembra.

chaman
El Chamán Fiodor Poligús con las imágenes de sus espíritus-ayudantes colgados en el árbol chamánico. Siberia oriental, los Evenki. Colector: A.A. Makárenko. 1907-1908.

En Nuestra Señora del Castillo (Almadén, Ciudad Real) –uno de cuyos paneles Esteban Miller ha interpretado como la secuencia del crecimiento de un árbol-, destacan los ciervos o centauros arboriformes esquemáticos, que para Jordán son seres híbridos dispensadores de fertilidad de prados y campos. En la Tinada del Ciervo I (Nerpio, Albacete) también señorea un ciervo con cuernas arborescentes, alegoría del árbol primordial del paraíso, ya que su cornamenta se renueva anualmente como las ramas y hojas del árbol de la vida. Existen ejemplos en otras covachas de la península: Murcia, Ciudad Real, Cuenca, Teruel, Huesca, Cádiz y Levante. Dicho abrigo se relaciona con Castillejo I, donde se practicó un repintado de los ramiformes con una intención revitalizadora, lo que estaría vinculado a ritos de regeneración del mundo vegetal y humano. Hay que destacar el valioso protagonismo del ciervo como psicopompo o guía de los chamanes y los héroes civilizadores primordiales.

Algunos pueblos paleolíticos situaban en los enterramientos cuernas de ciervo junto a la cabeza de los fallecidos. El disfraz sagrado de hombre-ciervo se aprecia en las paredes de las cuevas rupestres, tal como se muestra en Val Camonica (Italia, S. IV a. C.), se ha mantenido invariable en el chamanismo siberiano hasta hace poco –claro ejemplo es el dibujo de un chamán tocado con una cornamenta realizado por el explorador holandés Witsen en el siglo XVII-, pero también destaca en las danzas rituales del lamaísmo tibetano. La corona metálica denominada maykhabshí, que imita a los cuernos de ciervo, era parte de la indumentaria ritual sólo de aquellos cahamanes y chamanas de rango superior.

Otro hallazgo a tener en cuenta sería el de la momia denominada “la Dama de hielo”, encontrada en la meseta de Ukok (Rusia siberiana) e inhumada hace 2500 años, que presenta numerosos y elaborados tatuajes zoomorfos entre los que destaca un ciervo. Se cree que la joven pudo formar parte de los Pazyryk, pueblo nómada de la familia samoyedo, de los escitas de Irán y del Cáucaso. Cuando la encontraron estaba coronada por la representación de un árbol de la vida realizado sobre un tronco de madera y con hojas de oro. Todo lo cual ha llevado a la arqueóloga Irina Salnikova ha afirmar que se trataba de una mujer poderosa encargada del culto.

4. Chaman siberiano dibujado a finales del siglo XVII por el explorador holandes Nicolaes Witsen. 1
Chamán siberiano dibujado a finales del siglo XVII por el explorador holandés Nicolaes Witsen.

Todos estos elementos juegan un papel simbólico destacado en la exposición de Miguel Ángel Blanco –uno de los exponentes más sólidos de la relación entre arte y naturaleza de nuestro país- titulada El aura de los ciervos y orquestada para el Museo del Romanticismo de Madrid (del 30 de octubre de 2014 al 1 de marzo de 2015). En dicha exhibición se establece un diálogo contemporáneo con la pintura paisajística y cinegética del Romanticismo que tiene como protagonista al ciervo, encarnación del espíritu de la naturaleza incontaminada.

La exposición se basa en su principal vehículo de expresión artística, sus libros-caja de su Biblioteca del Bosque, donde utiliza materiales de la naturaleza y en una instalación que escenifica la liberación del aura de los ciervos, utilizando metopas vacías de los triunfos de caza y una montaña de cuernas, con una intervención sonora que reproduce el entrechocar de cornamentas y la berrea. Su Libro-caja nº 1139 lleva el título Cernunnos, dios celta de la sabiduría que porta astas de ciervo como atributo que alude al poder de regeneración de la naturaleza. Junto a una pezuña de ciervo, el artista introduce una rama de encina del Valle de Alcudia, donde se encontró un estela celta que representaba al dios celta (similar al del famoso Caldero de Gundestrup) sobre resina roja (evocando los sacrificios paganos).

La exposición tiene aires de travesía chamánica, de migración arcaica y rupestre, donde el artista actúa en calidad de botánico, arqueólogo y antropólogo y la obra conecta con el registro fósil. Blanco acostumbra a apoderarse de elementos naturales en sus caminatas por el bosque, como los primitivos en sus labores de recolección, que convierte en artefactos culturales, aunque no pierden su tinte de talismanes de poder cargados del espíritu animista el arte originario.

imagen 6 copia
Cernunnos celta, detalle de la Cáfila de Gundestrup. Lámina de plata repujada, Siglo III-I a. C. Copenhague, Museo Nacional.

Otro artista a destacar serie el belga Maarten Vanden Eynde, quien en su colección permanente titulada Taxonomy Trophies (Trofeos taxonómicos) utiliza ramas con forma de cornamenta de cérvido, diferentes especies de árboles en peligro de extinción o extintas. Se trata de auténticos “trofeos” colocados en metopas cinéticas procedentes de enclaves naturales de diferentes partes del globo, en un intento por establecer una crítica sobre el problema de la deforestación y el mercantilismo de lo natural.

La añoranza de dicha simbología originaria nos habla del anhelo de un paraíso perdido donde los humanos vivían en simbiosis con el mundo natural cuyo eje era el ente arbóreo y el ciervo el señor de los bosques. De una mente primitiva y su esfuerzo por recolectar y simbolizar a través del arte y la magia simpatética los elementos de la naturaleza. Pero también del esfuerzo actual de alguno/as artistas que pretenden a través de sus obras recuperar una poética de la preservación como claro y necesario posicionamiento de anclaje y respeto por el territorio y el medio ambiente.

 

Autora

Autora y comisaria del proyecto «La herencia de los árboles». Doctora en Teoría del Discurso y Comunicación Audiovisual, miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte y guardiana de Orko Waranka, trabajo espiritual de los Quero (Perú) para el cuidado de la Madre Tierra
Publicación original: www.espores.org

 

Bibliografía
Abella, Ignacio: El gran árbol de la humanidad. Leyendas y arte primitivo sobre los árboles en la creación del mundo. Barcelona: RBA, 2012.
Beltrán Martínez, Antonio: “Sacralización de lugares y figuras en el arte rupestre del río Martín (Albalate del Arzobispo y Alcaine, Teruel)”, en QUAD.PREH. ARQ. CAST. 19, 1998, pp. 43-52.
El aura de los ciervos. Miguel Ángel Blanco. Catálogo de la Exposición (octubre de 20014-marzo de 2015). Madrid: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes y Museo del Romanticismo, 2014.
Eliade, Mircea: El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis. México: Fondo de cultura económica, 1982.
Entre los mundos: el chamanismo en los pueblos de Siberia, Catálago de la Exposición en el MUVIM (11 de julio-29 de septiembre de 2013). Diputación de Valencia y Museu Valencià de la Il•lustració i la Modernitat, 2013.
Grossato, A. (2000). El libro de los símbolos. Metamorfosis de lo humano entre oriente y occidente. Barcelona: Grijalbo.
Hageneder, Fred: The heritage of trees. History, culture and symbolism. Great Britain: Floris Books, 2001.
Jordán Montés, Juan Francisco: “El ciervo en la pintura rupestre esquemática: escenas de carácter simbólico”, en Cuadernos de Arte Rupestre Numero 5, Año 2008-2010, pp. 108-141.
Jordán Montés, Francisco y Molina Gómez, José Antonio: “Parejas primordiales, gemelos sin articulaciones y árboles sagrados en el arte rupestre del Levante español –sureste de la Península Ibérica-“, AnMurcia. 13-14. 1997-1998, pp. 47-63.
Vitebsky, Piers: Los chamanes. El viaje del alma, fuerzas y poderes mágicos, éxtasis y curación. Köln: Taschen, 2001.

ofrenda arbol

Ofrendas a los Árboles (Seres Arbóreos)

1024 709 Consciencia Arbórea

Ofrendas a los Árboles (Seres Arbóreos)

En los ritos y cultos a los árboles de la Europa antigua las ofrendas y los exvotos han sido un elemento impotante que ha mantenido el vínculo entre los humanos y la sacarlidad de árboles y bosques. Tanto por hallazgos arqueológicos, como por textos romanos sabemos de primera mano de estas prácticas, un ejemplo claro nos lo aporta el legado de la Cultura Minoica que se desarrolló a partir de la primera Edad del Cobre en la isla de Creta. Esta civilización fue de carácter Matriarcal y de religión animista orientada al culto a la vegetación. En este caso tenemos un sello en el que aparece un altar, cuyo centro es un árbol o vegetal y alrededor del cual las sacerdotisas rinden culto aportando sus ofrendas.

Otro claro ejemplo lo encontramos en el yacimineto de la Edad del Bronce de Wiglesswade, Reino Unido, en esa localidad se ha encontrado un recinto circular marcado por una zanja alrededor de un centro que contiene una raíz y restos de ofrendas. Se trata pues de un lugar de culto en donde la zanja define el espacio ritual alrededor del árbol mágico o sagardo al cual se le hacían ofrendas.

Ofrendar a los Seres Arbóreos:

Una buena forma de atender y estrechar nuestro vínculo con los árboles y los entes espirituales que los habitan (los Seres Arbóreos) es mediante las ofrendas. La intención de estas ofrendas debe ser claramente altruista y compasiva, sólo de esta forma se forja un verdadero vínculo próspero entre nosotros y estas sabias entidades. Cuando la ofrenda no busca obtener una recompensa, ésta proyecta inexorablemente amor y agradecimiento a la vida arbórea, a su existencia y a todo lo que de ella florece. El agradecimiento es la expresión más elevada de cualquier ofrenda. Cuando es así estas ofrendas y honores son inmensamente apreciadas por los Seres Arbóreos.

Si estas ofrendas además van acompañadas de peticiones, siempre y cuando estas sean fruto de nuestra bondad, los Seres Arbóreos tomaran cartas en el asunto acogiendo nuestras súplicas con gran responsabilidad e implicación, ya que en su aspecto más elevado servir y dar es su propósito último. No es lo mismo hacer una petición que ofrendar algo para obtener una recompensa, así que debemos ser transparentes y coherentes en nuestros propósitos y ver que es lo que realmente nos mueve a solicitar.

Todo posee un cuerpo sutil y vibratorio: no es ninguna tontería ni es para nada ridículo ofrecer algo comestible a un ser que no tiene boca como puede ser un árbol, los Seres Arbóreos se nutren y adquieren la substancia más pura y etérea que desprenden los alimentos, los frutos de la tierra y los elementos como el fuego. 

Tipos de ofrendas para los Seres Arbóreos:

  • Frutas: Las frutas y los frutos secos son muy apreciados por los espíritus de los árboles, sirven para el propósito de agradecer y venerar la existencia y la vida de los árboles. Se depositan entre las raíces y cuanto más natural, ecológica y de temporada sea la fruta mejor. 
  • Fuego: Una ofrenda de fuego, en este caso una vela nos puede servir para potenciar rituales y ceremonias junto a los árboles. Mediante el fuego nutrimos a los Seres Arbóreos con la esencia de la luz y les brindamos excelsos honores. En este caso se enciende la vela a una cierta distancia y se va levantando poco a poco con ambas manos desde el suelo hasta por encima de nuestra cabeza para depositarla luego a los pies del árbol. Esta acción genera en el lugar una sutil fuerza espiritual palpable en el ambiente.
  • Vino o aceite: Para cuando queramos consagrar (hacer sagarado) nuestro árbol, o bautizarlo, también para peticiones o propósitos en los que los queramos a nuestro favor (dentro de sus posibilidades) o para honrar un voto hecho anteriormente. Se pueden hacer libaciones en la parte inferior del tronco y en las raíces a la vez que se expresa el propósito por el cual se hace esa consagración. De igual forma vamos a escoger alimentos ecológicas y naturales.

 

.

5 tips para sintonizar con el bosque y los árboles

800 534 Consciencia Arbórea

5 Tips para sintonizar con el bosque y los árboles

Sintonizar significa coincidir en pensamiento, sentir o frecuencia. Sintonizar con el bosque y con los árboles significa conocerlos y acercarnos desde distintos ángulos a su frecuencia, a lo que son verdaderamente. Cuanto más estemos en sintonía con el bosque más fácil nos será tener una experiencia profunda de conexión con su aspecto espiritual y sutil, es por ello que propongo estos 5 consejos.

¿Quién es quién?:
Cuanto más conozcamos un fenómeno más fácil nos será relacionarnos con él. Leer acerca de los árboles, sobre su botánica, sobre sus cualidades, sobre sus usos etc. nos puede servir para comprender más su mundo. Aprender sus nombres, aprender a reconocerlos, conocer su hábitat y sus características no son informaciones necesarias pero sí son de utilidad. Asimismo cada cultura posee sus mitos, leyendas y simbolismos sobre los árboles: todas estas historias, nos ayudan a expandir nuestras percepciones y nos proporcionan claves para comprender las fuerzas a las que están vinculados. 

 

El Bosque habitado:
Cuando entramos en un bosque, entramos en un  lugar habitado, es decir, la casa de muchos seres vivos, unos físicos y tangibles y otros intangibles y sutiles, por lo tanto es recomendable mostrar el máximo respeto igual que lo haríamos en casa ajena. El hecho de “llamar a la puerta” antes de entrar en cualquier bosque será siempre bien recibido y posiblemente despertará la curiosidad de sus habitantes sobre nuestra persona.

 

Limpiar el lugar:
Desgraciadamente algunos de los lugares y enclaves naturales hermosos visitados por el hombre no escapan a su dejadez y a menudo encontramos una bolsa de plástico por aquí o una lata por allá, colillas de tabaco y otros tipos de despojos. Limpiar estos lugares y acondicionarlos hace que estos recuperen su prístina frecuencia de vida y belleza amén de que es una acción muy valorada por los Seres Árboreos, de hecho les estamos dando un buen pretexto para que nos reciban.

 

La observación:
La observación contemplativa de los árboles es una forma fantástica para entrar en la percepción de su mundo sutil, esta produce un efecto certero sobre nuestro sentir. Nos situamos a una distancia de quince o veinte metros de un árbol grande y lo observamos primero detenidamente desde sus raíces hasta su copa; focalizamos y reparamos en todos sus detalles. Después de unos minutos, vamos abriendo el campo de visión hasta llegar a una panorámica de 180º, de modo que abarcamos la escena entera y permanecemos así un buen rato mirando todo a la vez y nada en concreto. Siempre desde la neutralidad, fuera de juicios.

 

La energía vital de los árboles:
Los árboles transforman la energía solar en energía vital, actúan como transformadores energéticos y baterías. Es más que saludable y aconsejable acercarse a ellos para participar de esa energía y recargarse así positivamente a nivel físico. Podemos hacerlo con las palmas de las manos, abrazándolos, de espaldas, de la forma que más nos inspire, pero siempre desde el silencio. Para muchas personas, la energía vital de los árboles es tangible y posee aspectos definidos según el tipo o especie de árbol al que se aproximan. Sin lugar a dudas y genéricamente, la energía de los árboles y del bosque es de naturaleza femenina, siempre nos abraza, nos estabiliza y armoniza, pero evidentemente hay matices dentro de este espectro. Tratar de reconocer el tipo de energía que posee cada especie de árbol es un ejercicio más que bueno y una forma de empezar a sintonizar con ellos. 

 

Autor: Xavi Callejo de Consciencia Arbórea

 

 

La genialidad de los Árboles

1024 576 Consciencia Arbórea

«La genialidad de los árboles» documental

Fascinante doumental para conocer los enigmas e investigaciones entorno a las plantas y los árboles. Mucho para aprender. «La genialidad de los ÁRBOLES», Emmanuelle Nobécourt, Francia 2020.

Los últimos y sorprendentes descubrimientos sobre la capacidad de árboles y plantas nos hacen cuestionarnos nuestra propia inteligencia y apreciar todo lo que podemos aprender para ser más respetuosos, sostenibles y cuidar los ecosistemas para salvar el planeta. Los árboles sorprenden por su consciencia e inteligencia, tal y como lleva manteniendo desde hace años el biólogo Stefano Mancuso, autor del concepto de “neurobiología vegetal” Las plantas perciben más cosas que los animales, como elementos químicos, campos magnéticos o eléctricos; siendo que una sola raíz, de las muchas que tiene un árbol, es capaz de procesar de forma continua y cómo mínimo 20 parámetros físicos y químicos diferentes.

En cambio, no poseen cerebro para filtrar tanta información y ordenar el movimiento, porque no precisan desplazarse. Sus raíces, que suponen en volumen tanto como la parte visible de la planta, forman una especie de superorganismo inteligente, colectivo, actuando y dando respuestas coordinadas en grupo, como un ente superconectado, haciendo que su inteligencia esté a la vez en todas partes y sin que ningún órgano en concreto las controle. De hecho, se dice que una planta es toda ella su propio cerebro. 

https://www.youtube.com/watch?v=9pApMH7j-vQ

“Toca Madera”: su significado profundo

852 480 Consciencia Arbórea

“Toca Madera”, su significado profundo

En este pequeño artículo quiero desvelarte el origen y el sentido profundo de esta antigua creencia para que entre todos podamos dejar de verla como una superstición y le devolvamos su significado y su valor, que lo tiene y mucho.

Relacionada con la buena suerte, los buenos presagios y el hecho de alejar el infortunio hoy en día se sigue confiando en esas palabras acompañadas del gesto de tocar algo hecho de madera como si ello tuviera el poder de orientar el destino de las personas. En cierto modo era así. Lo que ocurre es que hoy en día se nombra esa formula sin saber porqué razón y se toca madera muerta, manufacturada, de forma mecánica sin sentimiento alguno y eso, la verdad, no es demasiado coherente. Entonces vayamos a ver que atesora esta popular tradición.

El origen

“Tocar madera” contiene una sabiduría muy pero que muy antigua relacionada con los árboles y el orden natural que los rige, como manifestación y reflejo de las leyes universales.

Las culturas antiguas, por su contacto directo y vivo con la naturaleza, sí poseían ese conocimiento que hoy hemos perdido, sí se alineaban junto al orden natural y sus leyes universales. Sabían que cada ser vivo, planta, árbol, insecto, fuente, piedra, cueva y elemento estaba dotado de alma y honraban esa vida sutil como un hecho normal, profundo y sagrado a la vez. La existencia de lo que llamaríamos “otros reinos paralelos” al nuestro, era una creencia arraigada fruto de la vivencia directa junto a esos reinos. La naturaleza fue considerada pues por los antiguos el hogar armonioso de un sinfín de seres y divinidades hijas e hijos del mismo creador que les había creado a ellos, razón por la cual era sumamente respetada.

Así era el caso de los árboles a los que se consideraba que en cada uno de ellos habitaba un espíritu el cual poseía cualidades mágicas y espirituales. A ciertos árboles y bosques se ofrendaba y reverenciaba para encomendarse a su sabiduría, su fertilidad, su magia y su protección. No nos debe extrañar pues que la buena suerte o el buen vivir, estaban relacionados con el hecho de rendir culto a los espíritus arbóreos e implorar sus bendiciones para las cosechas, para la caza, para las lluvias, para la familia etc..

De igual modo, cualquiera que debiera irrumpir en el bosque por necesidad de abastecerse de madera sabía que eso conllevaba alterar la paz de sus espíritus, lo apropiado entonces era mostrar el debido respeto para no ofender a sus invisibles habitantes, no hacerlo podría acarrear consecuencias indeseadas.  Antes de cortar un árbol era necesario acercarse a dicho árbol y tocarlo al mismo tiempo que se le pedía permiso a su espíritu y se le comunicaba lo que se necesitaba de él. Así de sencillo, obrar sin este acto o consentimiento era sinónimo de des-alinearse de ese orden natural y estar sujeto a la mala racha.

Todo en su justa medida

La naturaleza siempre está dispuesta a dar, a servirnos incondicionalmente, pero eso no quita que tomemos de ella con respeto hacia su aspecto vital y espiritual y en su justa medida. Entonces, no es en el acto de decir las palabras «toca Madera » que eso va a hacer que nuestro destino sea positivo apelando a la buena suerte, más bien de lo que se trata es de recuperar el sentido común y alinearnos de nuevo junto al orden natural recobrando la coherencia con la vida, con el entorno y con sus ciclos.

Nosotros como especie, como seres humanos, como parte de la existencia que somos nos debemos a las leyes que rigen el Universo, leyes que nos conviene conocer, respetar y corresponder. Entrando en ese sentir generaremos armonía y equilibrio en nuestro día a día, crearemos nuestra cuota de “buena suerte” y la misma vida regida por eses leyes nos va a traer cosas beneficiosas y favorables.

¡Ah! por cierto, y no te dejes engañar cunado te digan que “toca madera” tiene que ver con la madera de la cruz de Cristo. No tengo nada en contra con la figura de Jesús, más bien al contrario, pero recuerda que hubo, hay y habrá vida más allá de las religiones.

Orígenes del «Tió de Nadal»

500 296 Consciencia Arbórea

Orígenes del «Tió de Nadal», La Tronca o Tizón de Navidad 

El Tió de Nadal es una tradición antigua pagana no cristianizada muy arraigada en Catalunya y en zonas de Aragón. En su versión moderna esta tradición consiste en tomar un tronco a partir del día de la Inmaculada Concepción, dejarle comida cada noche y taparle con una manta para que no pase frío. Al llegar el día de Navidad, los niños de la casa lo golpean con bastones mientras cantan canciones tradicionales, para que «cague» regalos y dulces por debajo de la manta. 

Niños haciendo «cagar» el Tió de Nadal

En sus orígenes, esta tradición celebraba el solsticio de invierno, el cambio de ciclo de oscuridad al ciclo de luz, y para ello era fundamental el fuego como elemento de cambio y transformación. Originariamente el tronco se quemaba el día de navidad y se golpeaba con bastones para augurar abundancia para el nuevo ciclo, pero con el tiempo y la desaparición del fuego a tierra de los hogares desapareció la costumbre y con ello su sentido profundo. Veamos qué significados y sentidos  esconde esta tradición.

Para empezar tenemos que El Tió de Nadal está relacionado el culto al Sol.  La palabra solsticio proviene del latín solstitium que, a su vez, se forma de dos palabras: Sol y statum (estático) y se refiere al hecho de que el Sol no cambia de trayectoria durante tres días alrededor de la fechas correspondientes a los solsticios. Tanto el solsticio de verano como el solsticio de invierno suceden los días 21  de junio y diciembre respectivamente. A partir de este momento es cuando ocurre el fenómeno astronómico en el que el Sol no varia su trayectoria durante tres días y por lo tanto la duración del día y de la noche tampoco varian.

El Tió de Nadal tradicional

Es a partir del cuarto día (después del solsticio) que el Sol empieza a mover esa trayectoria y esto se traduce en que el día tendrá unos minutos más de luz que los tres anteriores días en el caso del solsticio de invierno y unos minutos menos de luz en el caso del solsticio de verano. Entonces el día solar, en el Solsticio de invierno, empieza a crecer y así progresivamente a lo largo de seis meses hasta su máxima duración y altitud. Por ello sabemos que el día de Navidad, no se refiere a la natividad del niño Jesús, se refiere al renacimiento del ciclo solar de la luz, el Sol Invictus Romano: la Navidad es la celebración del renacimiento de la Luz solar que año tras año, ciclo tras ciclo, gana la partida al ciclo de la oscuridad y perpetúa la vida.

La razón por la que el tronco de Navidad se quemaba el 25 de diciembre era pues homenajear el renacimiento del ciclo de la luz recreando de forma simbólica al astro rey,  recreando a la luz y su acción dispensadora de vida a través del fuego que es hijo del Sol.

Por otro lado tenemos el tronco que representa al Árbol, el árbol es el guardián de bosques y montañas y el embajador de la madre naturaleza que contiene sus mismos atributos de fertilidad y abundancia. En ese caso el Tió de Nadal era un tronco grande de un árbol caído que representaba el reposo de la naturaleza en invierno y que en su interior albergaba latentes sus atributos. Cuando a ese tronco se le está entrando en casa es una forma de llevar al hogar el espíritu benefactor de la naturaleza y todo lo que conlleva, por eso recibe un trato de respeto y cuidados como si de un humano se tratara.  Vemos pues que el tronco, aunque muerto, se le atribuye vida propia, se le atribuye «alma» y el poder de convocar cosas buenas. 

El fuego, representa al Sol y encarna el poder de transformación

El echo de pegar al tronco (tras haberlo prendido) con bastones y cantar una suerte de «decretos» en la fecha señalada,  nos habla de la intención de “despertarlo” de su letargo y activar sus capacidades generativas. Así mismo con la presencia de los regalos se estaba reproduciendo (por simple magia simpática) el poder fértil y abundante  que la misma naturaleza y la misma tierra vendría a traer en su nuevo ciclo. «Activar» el Tió de Nadal era por lo tanto un acto, un pequeño ritual de abundancia y buen augurio para la temporada que empezaba.

Por último, tenemos que las cenizas resultantes del tronco después de ser quemado eran recogidas y esparcidas por la casa y el campo como agente mágico y protector. En este caso las cenizas representaban la alquimia resultante de todo el proceso y una vez más dignificando cada etapa y cada función del Árbol se culminaba el ritual congeniando el lugar con su memoria trasmutada.

Así pues y resumiendo encontramos que en sus orígenes paganos la tradición de el Tió de Nadal, El Tizón de Navidad es una combinación de culto arbóreo y culto solar asociados a una magia simpática de buen augurio y protección.

 

Los Árboles como Fuente de Vida

907 509 Consciencia Arbórea

Los Árboles como Fuente de Vida

Por Xavi Callejo – www.conscienciarborea.com

A nadie se le escapa que los árboles por su aportación al bien común son una forma de  fuente de vida, eso es una obviedad, para descubrir el origen de esta generosa función tenemos que remitirnos al astro rey: el Sol. El Sol es en esencia la fuente engendradora de vida más sustancial de nuestro sistema. En la mitología de muchas culturas el Sol es un Dios, las grandes civilizaciones, como la sumeria la egipcia, la mexica, la incaica, la maya, la china, la japonesa, la griega o en religiones como la hinduista, el astro rey ha ocupado un lugar central como dispensador de toda posibilidad de vida, adorado y venerado como a un Padre universal dador de luz, consciencia e inteligencia divinas.

En la actualidad la Física considera a la luz solar como el espectro total de radiación electromagnética proveniente del Sol, pero, la luz es mucho más que un solo fenómeno físico neutro, la luz contiene información y en su acción de engendrar vida infunde patrones y códigos de la propia estructura organizativa o consciencia a la que pertenece, infunde leyes universales de vida.

Los árboles captan más energía solar que cualquier otro ser vivo sobre la tierra y representan el 50 % de toda la energía captada por todos los organismos vivos. Sus hojas son placas solares a través de las cuales realizan sus funciones fisiológicas vitales, tales como la fotosíntesis, la respiración celular y la transpiración. El desarrollo y la vida de los árboles dependen enteramente de la cantidad de luz que puedan captar, están diseñados para vivir de ella.

Siendo los árboles los seres que más energía solar captan que cualquier otro ser vivo sobre la tierra, resulta evidente pensar que son también los seres que más códigos de la inteligencia solar contienen en sí mismos y por lo tanto los que más la recrean. El Sol da, emite, dispensa, es fuente de vida; los árboles son también fuente de vida y en su acción de dar (dan vida, aire, materias primas, alimentos y fragancias, cobijo, esplendor, fertilidad, riqueza, salud, color y un sinfín de cosas asociadas). En definitiva los árboles ejercen y reproducen el mismo rol y atributo dispensador que la naturaleza solar.

También cientos de tradiciones y mitologías de los pueblos y culturas del planeta referidas a practicas y cultos junto a los árboles corroboran esta afirmación considerando al árbol como un ser cercano a lo divino, asociado a la fuerza vital, al rejuvenecimiento, a la fertilidad y a la fecundidad, es decir, a factores que proporcionan, sostienen y aseguran la vida.

Árboles y rostros: cuando lo intangible se hace tangible

1024 632 Consciencia Arbórea

Árboles y rostros: cuando lo intangible se hace tangible

Por Xavi Callejo – www.conscienciarborea.com

¿Has sentido alguna vez una sutil pero conmovedora presencia observando a un árbol que posee rostro?

A menudo observamos en la naturaleza un guiño de complicidad hacia nuestra especie los seres humanos. No es extraño para aquellas persones sensibilizadas con los bosques apercibir en los troncos, en las ramas y en las raíces de los árboles rostros o facciones que apuntan a semblantes humanos, de animales o de genios. ¿quien no ha visto un ojo o una boca en el tronco de un árbol?, o ¿unas piernas?

Ver rostros enteros no es tan frecuente, algunos sólo se pueden observar desde un punto y una distancia concretes o a una determinada hora del día. Otros son tan evidentes que hasta nos preguntamos como es posible que la naturaleza haya sido capaz de desafiarse o burlarse de si misma de esa manera.

En cualquier caso los rostros arbóreos nos conectan con la diversión, el asombro y el misterio, pues le dan carácter a los árboles, y eso es lo que hace que los sintamos más familiares, más próximos. Tal es así por que un rostro claro en un árbol suele ser también una “invitación” a su propio reino espiritual y anímico. Aquí empieza la verdadera aventura.

Si los observamos desde la inocencia y la neutralidad podemos apreciar que detrás de la inmovilidad de estos rostros subyace una movilidad, un susurro, una pulsión que colman ese semblante de vida, de presencia (pre-esencia). Sí, es muy fugaz y nos deja una sensación efímera que no sabemos en donde ubicarla porqué nuestro mental no conoce ni comprende la naturaleza de lo que estamos percibiendo.

Los Espíritus o Seres Arbóreos no son visibles pero están, existen, habitan en el aspecto energético e intangible de la materia, de los árboles, y tienen su “pequeña personalidad” muy en sintonía con su forma y sus características físicas. A menudo ellos se sirven de esas caprichosas formas para hacerse más presentes e informarnos de que están ahí con una sutil vibración que anima «su rostro». Cuando eso ocurre se abre una gran oportunidad par acercarnos a ellos y entregarnos a su energía y a su halo de magia y sabiduría.

Es en estos casos cuando lo intangible deviene tangible.

¿Porqué cuando ves cortar a un árbol sientes desgarrarte por dentro?

1024 413 Consciencia Arbórea

¿Porqué cuando ves cortar un árbol sientes desgarrarte por dentro?

Por Xavi Callejo – www.conscienciarborea.com

A muchas personas nos ocurre que cuando vemos cortar (o cuando vemos que han cortado) a un árbol nos estremecemos y sentimos que algo dentro de nosotros se desgarra tal como si nos estuvieran cortando a nosotros mismos. Tenemos la impresión de que se ha cometido un crimen, queda un espacio vacío físico en el lugar de los hechos y una sensación fuerte de desolación, de alarma y de haber presenciado un atentado contra la vida. Eso nos lleva al llanto quizás, a sentirnos desubicados durante minutos u horas y nos llena de un profundo sentimiento de impotencia y de injusticia. Esto que nos pasa es normal porqué somos personas sensibles y seguramente sensitivas.

A veces de forma inconsciente, y consciente también, establecemos vínculos con los árboles de nuestro entorno cotidiano, de nuestro jardín o de un parque o de algún lugar que frecuentamos, árboles que no nos han dejado indiferentes, árboles a los que nos hemos acercado o árboles cuya simple observación nos alegra el día. Siempre que tenemos un sentir, una emoción o un pensamiento para un árbol o un grupo de ellos debemos saber que todo aquello que emitimos ellos lo reciben, es decir, ellos registran todo lo que acontece a su alrededor y saben de nuestro amor y respeto por la naturaleza y de nuestras apreciaciones y cumplidos. Los árboles son extremadamente seres sensibles e inteligentes. De igual modo los árboles irradian informaciones y contenidos que podemos llegar a percibir más aún cuando hemos establecido estos vínculos.

Los árboles cortados recuerdan cadáveres de una batalla

Ocurre lo siguiente: cuando a estos amigos los van a cortar o los están cortando recibimos de ellos su “señal de alarma” cuya frecuencia se irradia y viaja a través del cuerpo mental de la Tierra o Noosfera (según Pierre Teilhard de Chardin, “la Noosfera es el lugar donde ocurren todos los fenómenos del pensamiento y la inteligencia”). Pero su señal de alarma es más intensa y prolífica de lo que parece a simple vista: ciertamente es la de un ser vivo, un Ser arbóreo, que está sufriendo; aun así en ella se expresa mucho más que un individuo, se expresa toda la inteligencia arbórea aclamando por la perdida que supone para la vida en su conjunto. Un atentado contra un árbol es un atentado contra la vida y la evolución en el planeta. Los árboles son conscientes de ello: si ellos desaparecen difícilmente se podrá dar la vida vegetal, animal y humana tal y como la conocemos. Entonces en esa experiencia recibimos toda esa carga, ese crimen a la globalidad, aún que no seamos consciente de ello, nuestro sentido común advierte de que esa acción no debería de tener lugar y nuestro cuerpo y nuestro sentir reaccionan de forma instintiva y abrupta.

Pero aún hay más: están las memorias que guarda nuestro inconsciente y que están en nuestro cuerpo. Cuando vemos cortar un árbol se suelen activar automáticamente las memorias de nuestras perdidas. Por un lado están las memorias de perdida a nivel personal; nuestros duelos, nuestro abandono o las huellas de aquellas experiencias tempranas que nos hicieron distanciar de nuestra libertad y de nuestro Ser. El dolor guardado que todavía no fue expresado puede reaparecer delante de la tala de los árboles. Y por otro lado están las memorias de perdida a nivel global: la perdida del vínculo entre el Ser Humano y la Madre Naturaleza que ha significado para nuestra especie. Se trata de una memoria ancestral que nos conduce al infortunio que sufrieron nuestros antepasados lejanos: una perdida que no fue deseada sino más bien forzada.

El Culto a los Árboles 

El Culto a los Árboles en nuestras tierras fueron prácticas de gran importancia en el mundo Íbero y Celtíbero, mayoritariamente extendidas por los Pirineos y las zonas más boscosas de la península como nos explica el historiador, antropólogo y folclorista Julio Caro Baroja en el capítulo “Culto a los árboles y mitos y divinidades arbóreas”  de su libro Ritos y mitos equívocosExisten numerosas pruebas de la sacralidad de nuestros bosques. En el siglo III, el Cristianismo se instauró como la religión oficial del Imperio Romano: proclamó la existencia de un dios único revelado por la Biblia y tachó de idolatría y paganismo la adoración de los seres divinizados de la naturaleza. Con ello empezó la persecución de todas las antiguas creencias y tradiciones, en esencia animistas, con la intención de ser erradicarlas. La destrucción y profanación de los lugares y bosques sagrados fueron procedimientos habituales para imponer la nueva religión. En el Concilio de Toledo del año 661 se anunció la persecución y castigo de …“los adoradores de los ídolos, los que veneran piedras, encienden antorchas y dan culto a árboles y fuentes”.

San Bonifacio cortando el roble Sagrado de los Druidas, (Cristiandad y Civilización)

En centro Europa Carlomagno fundador del Imperio Franco sometió a los pueblos Sajones y mandó talara su roble sagrado de los Druidas. Con iguales métodos actuó el evangelizador San Bonifacio. Con los siglos miles de personas fueron quemadas en la hoguera por no renunciar a sus tradiciones o por el simple hecho de poseer conocimientos sobre las plantas y sobre sus usos. Estos episodios trágicos significaron pues el inicio de la perdida de ese vínculo ancestral de nuestras sociedades con la Naturaleza que a día de hoy aún nos pesa y daña siendo parte en gran medida de lo que podemos llamar nuestra desconexión o desarraigo.

Promover la desconexión de nuestro vínculo con la naturaleza sigue en vigor actualmente (Fotograma de la película Avatar)

Resumiendo: cuando vemos cortar a un árbol percibimos ese dolor, el atentado a la vida global, entonces nos ponemos en alerta, nos indignamos, nos afligimos y de forma involuntaria nos llenamos del dolor del «recuerdo» de las perdidas que sigue albergando nuestro cuerpo como individuos, como sociedad y como especie.

Mi consejo es que delante de estas acciones no juzgues a las personas que lo hacen ni a sus jefes, ni a los políticos que lo permiten, más bien aprovecha esta oportunidad para sanar estas huellas y para tomar consciencia de tu potencial para re-vincularte a la Madre Naturaleza. Con ello serás una gran herramienta para concienciar y proteger a nuestros hermanos los árboles.

Sensaciones y sentimientos contradichos difíciles de describir ante semejantes atentados

conexión con los árboles Maestros

País de Irás y no Volverás

1024 591 Consciencia Arbórea

conexión con los árboles Maestros

País de Irás y no Volverás

Por Xavi Callejo – www.conscienciarborea.com

¿Conoces el País de Irás y no Volverás? Es muy posible que sí, puede que hayas oído hablar de él, o que te suene de alguna leyenda, o puede que incluso lo hayas percibido alguna vez sin darte cuenta de ello. ¡Pero ojo! esta lejana tierra no es lo que te imaginas…dejemos ya la inmadurez, dejemos las ensoñaciones fantasiosas y adentrémonos con honestidad a conocer y reconocer las otras realidades que nos rodean.

El País de Irás y no Volverás existe, existe más allá de nuestras creencias, más allá de nuestra personalidad, más allá de nuestras fantasías… existe en una realidad aparte, no ordinaria, en un lugar al que podríamos llamar: “otra dimensión”. Yo estuve una vez en ese mágico lugar y ya nunca más volví, por eso es que quiero compartirlo contigo. Deja que te cuente mi experiencia.

Siempre he sido una persona muy curiosa y muy abierta de mente; en aquellos tiempos andaba buscando algo que sentía habíamos perdido en el camino: nuestras raíces, nuestras tradiciones, nuestro vínculo ancestral con la naturaleza…Quería conocer qué era exactamente lo que nuestros antepasados veían y honraban en la naturaleza.

De forma inocente, pero no fortuita, un día me acerqué a una monumental encina centenaria, al contemplarla un cosquilleo recorrió mi cuerpo. Subí a sus anchas ramas y guardé una actitud abierta y receptiva. Con los ojos cerrados pronuncié unas palabras a modo de invocación, una formula que había leído en un libro. Cuando los abrí, seguía viendo la misma corteza pero advertí asombrado que estaba dotada de vida, de sentir, como si una sutil fuerza palpitara en su interior. Luego ese palpitar se transformó en la llamada de un Ser a abrazarle. Fue un deseo irresistible y magnético de unirme a él. Entonces abracé esa enorme rama, la encina, y repentinamente me invadió un sentimiento difícil de describir, sentí como estar en casa de nuevo: un hondo reencuentro. Mi corazón se fundió en un mar de alegría y correspondencia, igual que si me abrazara a un amigo del alma.

La encina, el ser que la habitaba, me transmitió elogios por mi forma de respetar y amar la naturaleza. Aunque sus palabras fueron expresadas por mis propias emociones, ni se me ocurrió juzgar ni dudar de si lo que me estaba sucediendo era o podía ser cierto. Tocaba tan profundamente mi corazón y mi cuerpo, de un modo tan esencial, que mi mente no pudo más que silenciarse. Enloquecí de excitación, quería gritar a los cuatro vientos: “¡El Reino Mágico existe!, ¡Estoy hablando con un árbol!»

Poco a poco y sin darme cuenta me encontré sumido en un halo de dulzura y armonía del que seguro nadie quisiera desprenderse nunca. Al levantar la mirada observé que ese estado que me acaparaba reinaba en cualquier rincón, se extendía por todo el bosque. Todo permanecía inmerso en una sinfonía llena de armonía en dónde el tiempo parecía haberse detenido: ningún árbol, planta o ser era más bello o mejor que otro. El conjunto poseía, aún siendo imperfecto a nuestros cánones, una prístina belleza que otorgaba asimismo perfección, inteligencia, bondad y poesía. Toda la naturaleza gozaba y danzaba al son de la plenitud y la inocencia permaneciendo cada elemento en el momento y el lugar adecuado.

Después de estar un largo rato inmerso en esa sinfonía advertí que había empezado a oscurecer, era el momento de retirarme. Colmado de agradecimiento y con mucha prudencia me despedí de la encina. No quería romper la magia ni la sinfonía y para ese fin traté de no hacer ningún ruido, ningún un gesto de más, dejaba atrás lo que para mi ya era un santuario natural.

De vuelta a casa me invadía un profundo y pacífico sentir y una gran fuerza interior. Me sentía transformado. Tenía la mente inusualmente lúcida y una gran comprensión de todo lo ocurrido. Había conectado con una realidad aparte, más sutil, y asimismo esa otra realidad era igual de real o incluso más real que la ordinaria. Una realidad de carácter “inteligente en si misma” y significativamente más vivaz y esencial. Dicho en otras palabras: había sido el protagonista de mi propia leyenda, de mi propio viaje al País de Irás y No volverás. 

Y efectivamente así es: llegué a una nueva comprensión de la realidad de la que ya nunca he podido regresar. Ese día sentí por primera vez a un Ser Arbóreo (el espíritu de un árbol), me fundí con ese aspecto energético y espiritual de la encina y morí simbólicamente a la concepción de la realidad ordinaria física y tangible para entrar en la percepción de un reino más sutil, una dimensión energética y espiritual de la Naturaleza. Morí simbólicamente para renacer a un nuevo paradigma.

Mi búsqueda no había sido en vano, con la vivencia pude comprender que nuestras antiguas tradiciones paganas fueron las portadoras de una verdadera sabiduría ancestral: el conocimiento de El Mundo de los Seres Elementales de la Naturaleza y su aspecto sagrado. El legado folklórico y mitológico de cuentos y leyendas sobre seres sobrenaturales, con su lenguaje alegórico, cobran de repente sentido real si uno sabe ver sus matices. Hadas, Duendes, Gnomos, Elfos, Dríades, Ninfas, Devas, Sirenas, Genios, Dragones y un largo etcétera, no son seres creados por la pura fantasía humana, ni tampoco seres físicos de carne y hueso, sino más bien son el alma que habita en la naturaleza, propia de árboles, bosques, fuentes, pozas, mares, lagos, cuevas, montañas y otros lugares.

 Deseo que algún día te atrevas a romper tus creencias, expandas tu percepción, salgas de viaje y encuentres el País de Irás y no Volverás.

Autor: Xavi Callejo / Consciencia Arbórea
  • 1
  • 2