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Xavi Callejo Amat

En el corazón está la magia

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En el corazón está la magia

Vivir desde el corazón te abre a la magia de la naturaleza, vivir desde la mente te separa de ella.

Cuando entras en un bosque, cundo discurres por prados, cuando visitas una cueva o una fuente, cuando subes a una cima, cuando paseas junto al mar, en todos los casos estás interactuando con en un espacio vivo y habitado. La naturaleza está animada, existe y vive en un estado que es anterior al pensamiento humano, ella existe en el Paraíso. Serás consciente a esta realidad si tu aventura es guiada por tu sentir más profundo más allá de tu mente racional, si lo haces desde una escucha consciente y una apertura emocional. En tu corazón está la llave a la percepción de lo sutil, de lo esencial, la llave a una conexión real con el mundo espiritual y esencial de los demás reinos que te rodean.

Si logras entrar en la magia de la Vida y de la Naturaleza, en el paraíso, a través de tu corazón podrás restablecer tu vínculo con tu deseo más profundo de existir y tu propósito de renacer continuamente a nuevos estados de consciencia.

Recuerda: La magia no está lejos de ti está dentro de ti, en tu corazón. 

¿desde dónde quieres vivir tu vida?

Conscienciarborea.com

Aplicaciones móviles y plantas

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LAS APLICACIONES MÓVILES QUE TE DICEN TODO SOBRE UNA PLANTA SÓLO CON UNA FOTO

Como no podría ser de otro modo las tecnologías y aplicaciones de móviles quieren llegar a todos los rincones y expresiones del planeta. Y ahora es el turno de los vegetales, aunque de momento solo llegan  a una mínima parte de ellos: los más conocidos. Viene bien recordar que se estiman unas 300.000 mil especies de plantas en todo el mundo, eso significaría una base de datos inviable para una aplicación móvil (de momento).

Hay personas que necesitan conocer los nombres de flores, plantas y árboles por qué les llena de placer saber que saben nombrarlas, les enriquece. Y si lo hacen es por qué aman ese reino (cuando amas algo necesitas poder nombrarlo). Conocer el nombre de una planta, una flor o un árbol permite que establezcamos un vínculo con ese ser vegetal y a partir de ahí cada uno vivirá ese vínculo acorde a su nivel de consciencia, a sus deseos y a sus necesidades.Plantas-y-aplicaciones

Pero cierto es que siendo el nombre un nexo con el otro ser, eso no significa que sin él no se pueda dar esa conexión. Así como hay miles de personas que se sienten y están muy unidas a plantas, flores y árboles y siguen sin conocer sus nombres, las hay que conociendo sus nombres siguen sintiéndose muy poco vinculadas a ellas. No es necesario saber los nombres para relacionarse con plantas, flores y árboles, cuando amamos y respetamos a ese reino y nos sentimos vinculados a él,  aunque grata, la nomenclatura no deja de ser un complemento.

El Reino Vegetal no nos va a exigir que sepamos sus nombres, de hecho esos nombres los hemos creado los humanos. El Reino Vegetal se da a conocer por lo que es, por lo que emite, por lo que desprende a nivel de frecuencia de vida: por su altruismo y su contribución al bien común. Y eso, nos conviene estimarlo y corresponderlo para el bien planetario.

Os dejo con la información para quién le sea de interés…

«Con el simple gesto de hacer una fotografía puedes encontrar cualquier flor del mundo, incluso sin estar conectado a Internet. Si alguna vez has pasado cerca de una flor, planta o árbol y te has quedado prendado de su aroma y con la incertidumbre de cuál era su nombre, no te preocupes más. En FCINCO te dejamos cuatro aplicaciones gratuitas que te revelarán sus datos al instante. Al igual que la app Shazam para averiguar los títulos de canciones o, Vivino, para identificar un vino fotografiando su etiqueta, hay otras que identifican vegetaciones.

Pl@ntNet

Pl@ntNet es una aplicación para identificar todo tipo de plantas de forma muy sencilla y rápida, ya que permite introducir hasta 4 fotografías. Tan solo tienes que subir una imagen, y seleccionar si es una flor, un árbol, una hoja, o un fruto. Como dispone de una base de datos con más de 4.000 especies, te muestra con cuál coincide más, además del nombre, su familia y zona geográfica a la que pertenece.

Si eres un descubridor, también puedes registrar tu planta para que otros hagan sus aportaciones. Está disponible para dispositivos iOS y Android y en castellano, inglés y francés.

ArbolApp

Ésta ha sido creada por el CSIC en colaboración con el Real Jardín Botánico, e incluye 118 especies de árboles silvestres de la Península Ibérica y las Islas Baleares. Cada especie cuenta con un mapa de distribución, una breve descripción y una o varias fotografías. Y si algo no te queda muy claro, consulta el glosario con más de 80 términos. Además de identificar las especies de árboles, con esta app se puede aprender tanto información científica como curiosidades y leyendas.

ArbolApp está disponible en inglés y castellano y funciona de manera autónoma sin conexión a Internet para que puedas perderte por los bosques y aprendas mientras juegas a ser Sherlock Holmes.

Treezilla

Esta app contiene un mapa de los árboles de Gran Bretaña y calcula los beneficios ambientales (servicios del ecosistema) que proporciona cada uno. Con una imagen, se puede medir el tamaño de los árboles e identificarlos, y especificar las contribución que hace a la naturaleza.

iKnow Trees 2 LITE

Con esta app tendrás una gran guía de campo sobre árboles de Europa y América del Norte en la palma de tu mano. Tiene una completa biblioteca con 200 especies de árboles y unas 2000 imágenes, descripciones extensas y los nombres de árboles en 7 idiomas. También revela la identificación científica, y tiene un juego para valorar todo lo que has aprendido.

Fuente: Agriculturers

Iciar Bollaín rueda el drama del expolio de los olivos milenarios

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Iciar Bollaín rueda el drama del expolio de los olivos milenarios

Fuente: Rafa Ruiz, El Asombrario & Co. Fotos: Jose Haro

Fotograma de la película ‘El Olivo’, de Iciar Bollain. Foto: José Haro.

Fotograma de la película ‘El Olivo’, de Iciar Bollain. Foto: José Haro.

No estamos acostumbrados a que una película española de ficción se acerque a un tema medioambiental. Iciar Bollaín lo ha hecho, de la mano de su compañero y guionista de cabecera, Paul Laverty, con calidad y emoción. En mayo se estrenará ‘El Olivo’, que recoge el drama que sufren muchos olivos abandonados en El Maestrazgo por el afán de rentabilidad cortoplacista, por escasa sensibilidad, por especulación, por desidia. Hemos hablado con la directora y también con la gente de Apadrina un Olivo, que están plantando lucha para que estos árboles sean el acicate de un renacimiento rural.

“Es que este árbol no es nuestro. No nos pertenece. Es de la historia, de la vida, de la tierra, de nuestros abuelos y bisabuelos y tatarabuelos. No es nuestro”. Es una de las escenas y de las frases más impactantes de la película. Es el alegato que hace un agricultor frente a sus hijos, que quieren vender un olivo milenario para obtener un dinero que les viene muy bien, para tapar agujeros de sus maltrechas economías. Pero el hombre de campo de toda la vida -interpretado por Manuel Cucala, un agricultor de verdad, retirado, de 74 años, no un actor; elegido tras un concienzudo casting entre la gente de la comarca- les responde que pronto se habrán gastado el dinero y se habrán quedado sin nada, sin el dinero y sin ese árbol que es su vida, con el que comparte la savia y la sabiduría de la tierra.

Es la visión y los ritmos de la naturaleza frente a la urgencia de la ambición humana. Y eso está muy bien contado en El Olivo, porque frente a las laderas apacibles de olivos, Bollaín ha retratado ese otro paisaje de la burbuja inmobiliaria, las prisas y la corrupción -que además de corrupta es hortera- de la franja española mediterránea, simbolizada en esa mansión con piscina vacía ornamentada con una réplica de la Estatua de la Libertad.

La película es muy española, pues tiene mucho del paisaje bueno y malo de ese trozo del país, pero también porque retrata a unos seres quijotescos en un viaje casi a ninguna parte en medio de un mundo cuyos resortes de dura rentabilidad ni manejan ni entienden bien. “A veces te tienes que lanzar de cabeza, y la gente te ayuda por el camino”, dice la protagonista, Alma, interpretada por una impresionante Anna Castillo, y que ya nos engatusó con su desparpajo en la exitosa obra de teatro musical La Llamada.

“Sí, estoy contenta con el resultado, porque creo que la película refleja bien lo que queríamos contar, que no siempre se consigue”, me cuenta la directora durante una comida tras un pase previo de El Olivo a los miembros de la Asociación de Periodistas de Información Ambiental (APIA) www.apiaweb.org. “Y creo que va a comunicar bien con diferentes generaciones y con la gente joven”. Buena parte de esa conexión tendrá que ver con quien ha escrito la historia, Paul Laverty, el escocés que es también guionista de Ken Loach, y agradecérsela a la actriz protagonista, Anna Castillo, prácticamente nueva en cine, pero inmensa en su descarada naturalidad (¿Goya a actriz revelación?), y que da vida a una chica que ha encontrado sus señas de identidad en su abuelo y en un árbol que parece que tiene la expresión de un monstruo bueno (también hubo un concienzudocasting de olivos durante una semana; se seleccionaron varias decenas, y la directora fue quien eligió al protagonista vegetal; el que aparece en Alemania por supuesto no es natural, sino de fibra de vidrio reproduciendo a tamaño casi natural el original). Son el abuelo y la tierra los que la abrazan y dan calor. Como dice Bollaín: “Abuelo y olivo son lo mismo. El olivo es su raíz, su infancia, su tierra”. Y no quiere que se lo arranquen. “Lucha frente a esa pérdida, porque es luchar frente a la falta de valores. Y la crisis tiene desde luego una dimensión económica dramática, pero también una parte de que nos arrancan valores y señas de identidad”. El abuelo y el olivo representan lo que se pierde en un mundo de prisas y especulación que construye piscinas absurdas con estatuas de la Libertad; y la protagonista no deja de ser una radical (radical de querer tener raíces).

Fotograma de la película 'El Olivo' de Iciar Bollaín. Foto: José Haro.

Los tres protagonistas de la película ‘El Olivo’. Foto: José Haro.

Un olivo arrancado de su tierra para malvivir entre cristales, para decorar un edificio de oficinas en Alemania. La película tiene estructura de cuento: el abuelo, la nieta y el árbol. Pero es que desgraciadamente es la suerte que han corrido muchos de los mejores ejemplares: ser arrancados para decorar jardines particulares o de empresas en España, Europa o incluso China.

El dinero frente a las raíces

Ahora afortunadamente ya se están tomando medidas de protección, como en la Comunidad Valenciana. Y de sensibilización, como el proyecto Apadrina Un Olivo. “Es que este árbol no es nuestro. No nos pertenece. Es de la historia, de la vida, de la tierra”.

Ésa es también la frase de la película que se le ha quedado grabada a José Alfredo Martín, co-fundador de Apadrina Un Olivo, proyecto con epicentro en el pueblo turolense de Oliete; llevan dos años dando visibilidad al abandono de los olivares de la comarca. “Desde luego que la película de Iciar nos va a ayudar a dar más proyección a nuestro empeño. La película te toca, y eso por supuesto que ayuda a concienciar sobre el problema”.

José lo explica bien: parten de Oliete y de los olivos para ir más allá. También con un punto quijotesco, como los protagonistas de la película: “Es una iniciativa para transformar el abandono de las áreas rurales”. Para darle la vuelta a ese proceso que tratan de que veamos como irremediable, y no lo es, de éxodo rural. “Fíjate, Oliete era una población con 2.400 habitantes, y ahora tiene sólo 480. Se cultivaban 378 hectáreas de olivar, y ahora sólo 56. Calculamos que eso supone que hay unos 100.000 olivos abandonados. Y es el destino que le esperan a muchos núcleos rurales en España; porque hay 3.600 municipios con menos de 500 habitantes”.

Fotograma de la película 'El Olivo' de Iciar Bollaín. Foto: José Haro.

Abuelo y nieta en una de las entrañables escenas de ‘El Olivo’. Foto: José Haro.

Por eso él -que trabajaba como auditor financiero, algo que le aburría bastante-, su hermano y dos amigos, uno de ellos de Oliete, que se conocieron en una Campus Party en Londres (como en la película también se alía lo más pegado a la tierra con lo más moderno, con las nuevas tecnologías, en un link intergeneracional que merece la pena destacar, por lo que tiene también de estructura circular, últimamente tan de moda), idearon este plan para devolver energía a los pueblos. “Y se nos ocurrió proponer algo diferente para salvar el pueblo y salvar estos árboles: ofrecerles una experiencia actual, en línea con lo que hoy se lleva: Apadrinar un olivo”. Por 50 euros al año, incluye, aparte de la satisfacción de contribuir a preservar medioambiente y pueblos, una app para móvil en el que puedes seguir los cuidados, aspecto y evolución del olivo que has elegido, excursión al pueblo (con lo que eso supone de revitalización del turismo rural en la zona) y, ahora, para ir afianzando ese vínculo árbol/humano, el regalo de 2 litros de aceite -“social, solidario, ecológico y sostenible”- procedente de los olivos incluidos en el proyecto. La iniciativa cuenta con 800 padrinos y madrinas y 2.000 olivos recuperados mediante acuerdos de custodia del territorio, y en ella hay ya 22 personas involucradas, un acuerdo con ATADI (Agrupación Turolense de Asociaciones de Personas con Discapacidad Intelectual), la implicación del Gobierno de Aragón y el apoyo económico de Fundación Telefónica y Hojiblanca. El siguiente paso será extenderse a los pueblos vecinos de Ariño y Alacón, abrir a finales de este año una almazara propia para comercializar su propio aceite bajo una marca de Consumo Responsable, y seguir recuperando olivos, creando puestos de trabajo en el medio rural y revitalizando pueblos que languidecen.

La película El Olivo y el proyecto Apadrina Un Olivo coinciden en algo fundamental: Soñar con un ideal. Perseguir lo que puede parecer una utopía dentro de este rígido orden neoliberal mundial.

Además, todos podemos poner nuestra ramita de olivo, ya que en change.org está en marcha una campaña para pedir al Parlamento Europeo alguna acción para acabar con el expolio de los viejos olivos y otros árboles centenarios, puesta en marcha desde la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente y César-Javier Palacios, y que cuenta ya con casi 150.000 firmas.

Fuente: Rafa Ruiz, El Asombrario & Co. Fotos: Jose Haro

Bután celebró el nacimiento del nuevo príncipe plantando 108,000 árboles

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Bután celebró el nacimiento del nuevo príncipe plantando 108,000 árboles

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Fuente: Cristina Bazán – La Gran Época

Decenas de miles de ciudadanos plantaron 108,000 árboles en Bután el pasado 6 de marzo, para celebrar el nacimiento del nuevo príncipe que fue anunciado por los padres del heredero al trono, su majestad el Rey Jigme Khesar Namgyel Wangchuck y la reina Jetsun Pema, el 5 de febrero de 2016.

Esta celebración estuvo llena de símbolos budistas, ya que en esta vía de cultivación los árboles tienen un significado muy especial. Recordemos que el Buda alcanzó la iluminación bajo la Higuera Sagrada.

De acuerdo con el Budismo “un árbol es el proveedor y sustentador de todas las formas de vida, simboliza la longevidad, la salud, la belleza e incluso la compasión”, dijo Tenzin Lekphell, coordinador de la iniciativa llamada Trendel en el idioma local, según informan reportes de TheDiplomat.com. Además, cada árbol fue sellado con una oración y un deseo de la persona que lo plantó, para Su Alteza Real el Príncipe de Bután; “de modo que al igual que el árbol generoso, el Príncipe también crezca sano, fuerte, sabio y compasivo”, agregó Lekphell.

Plantada de árboles

Dasho Karma Raydi, uno de los voluntarios para el cuidado de los árboles, dijo: “ahora estamos nutriendo las plantas como si estuviéramos nutriendo al pequeño Príncipe”, informó la BBC.

El número de árboles tampoco fue elegido al azar, ya que “108” es un número sagrado en el budismo porque se relaciona con la limpieza de las 108 impurezas que impiden a los seres alcanzar la iluminación, explicó Lekphell.

Cada uno de los 82,000 hogares del país plantaron un árbol y los otros 26,000 fueron plantados por 100,000 voluntarios entre los que se encontraban el primer ministro Tshering Tobgay, tres de sus ministros, e incluso el líder de la oposición.

Los árboles se plantaron en terrenos especiales ubicados en 14 distritos y el Ministerio de Turismo aprovechó la ocasión para inaugurar en la capital nacional de Thimphu el “Jardín de la felicidad”, que cubre un área de 48,400 yardas cuadradas, donde los turistas extranjeros también estaban invitados a plantar los “árboles de la felicidad”, con el ánimo de tener árboles que representen a todos los países del mundo “para poder tener más cerca a los pueblos del mundo”, dijo Damchoe Rinzin, un portavoz del Consejo de Turismo de Bután, como menciona The Diplomat.

El pequeño reino de Bhután es conocido como “El país de la felicidad” y mantiene un sistema de Monarquía Democrática con una política única en su género; llamada “Felicidad Nacional Bruta”, acuñada por el cuarto rey Singye, padre del rey titular, en 1972, cuando tenía tan sólo 16 años. Esta política equilibra el crecimiento económico con la conservación del medio ambiente y el bienestar de su gente, agrega este medio.

Asimismo, la constitución butanesa establece que al menos el 60% de la superficie del país debe permanecer siempre cubierta árboles, menciona el sitio web Muy Interesante.

Los butaneses son en su mayoría Budistas, ellos aman y respetan la pareja real, cuya celebración nupcial, en octubre de 2011, fue muy modesta y de bajo presupuesto, pero el pueblo festejó en grande iluminando el cielo con fuegos artificiales, de acuerdo con el sitio web The Diplomat.

La BBC menciona que esta no es la primera vez que Bután participa en una plantación épica de árboles. El país estableció en 2015 un récord mundial Guinness por plantar cerca de 50,000 árboles en una hora.

Fuente: Cristina Bazán – La Gran Época

Entrevista a Stefano Mancuso

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Entrevista a Stefano Mancuso

«No hay diferencia entre la inteligencia de los animales y la de las plantas»

Fuente: Pilar Quejada de ABC

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Stefano Mancuso es profesor asociado de la Universidad de Florencia y dirige el laboratorio internacional de Neurobiología Vegetal. Estuvo en España hace unas semanas para presentar su libro “Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal”, editado por Galaxia Gutenberg. Rodeado de cierta polémica por parte de sus colegas del mundo vegetal, Mancuso impartió una conferencia en el Real Jardín Botánico de Madrid retransmitida por TEDxGran Vía. Entre los puntos en discordia destaca el término “neurobiología vegetal», ya que, argumentan sus colegas, las plantas carecen de sistema nervioso, y también el concepto mismo de inteligencia vegetal. En su conferencia Mancuso desmitificó algunas creencias sobre las plantas y abrió otros interrogantes en el auditorio.

-Me ha llamado la atención el término “neurobiología” vegetal. ¿Significa esto que las plantas tienen un sistema nervioso?

-No. Ese término nació para indicar que en el ámbito vegetal se pueden aplicar las mismas técnicas que en las neurociencias. Las plantas no tienes neuronas, ni nervios, pero si consideramos que las neuronas del cerebro de los animales son células que producen y transportan señales eléctricas, en las plantas la mayoría de las células ejercen este tipo de función. Y si nos fijamos en la raíz, vaemos que hay una producción mayor que en el resto de la planta de células que transmiten señales eléctricas, por lo que sí que hay similitudes entre los dos reinos.

-Defiende que las plantas tienen inteligencia, ¿como define esa inteligencia vegetal?

-No hay diferencias entre la inteligencia de animales y plantas. El problema de la inteligencia es su definición. Solemos limitarla al ámbito humano o a animales parecidos al ser humano, pero creo que eso limita un fenómeno biológico más amplio. Yo la defino como la capacidad de resolver problemas. Si vemos así la inteligencia, todos los seres vivos han de solucionar problemas. Y si no, la evolución hace que desaparezcan. La inteligencia es una propiedad de la vida que todos los seres vivos deben tener para sobrevivir.

-Eso, en términos darwinianos, sería la capacidad de adaptación…

-Podría ser, en un cierto sentido. Pero a diferencia de la capacidad de adaptación darwiniana, que requiere mucho tiempo, la inteligencia se considera en el transcurso de una vida. Darwin define la inteligencia como una herramienta que se desarrolla a lo largo de la vida, y mi idea es muy parecida a la de Darwin. Es algo que está tanto en las bacterias como en los hombres, pero difiere en cantidad.

-Asegura que las plantas duermen. ¿Cómo lo hacen?

-Las plantas duermen de forma muy parecida a los animales. Tienen un ciclo diurno, activo, y otro nocturno, de descanso. También hay plantas que son nocturnas, como algunos animales, y los ciclos van al revés. La fase de descanso de las plantas tiene las mismas características que en los animales. Por ejemplo, no tienen sensibilidad del entorno. Incluso las posiciones de descanso son parecidas. Muchas plantas cierran sus hojas o las colocan en una posición distinta. Y, como los animales, a medida que cumplen años necesitan menos sueño. Hay diferencia en la cantidad de sueño que necesitan las plantas jóvenes y las más mayores. Y también es un tema de genes que se activan de forma diferente, igual que ocurre con los animales.

-Pero no sueñan, que sepamos…

-No, eso no (ríe).

-¿Qué función cumple el sueño en las plantas?

-Por qué dormimos no lo sabemos con certeza. Tampoco en las plantas. A menudo lo relacionamos con la actividad cerebral pero no hay ninguna prueba científica y suelen ser teorías. Las plantas no tienen cerebros, pero sus procesos son similares a los de los animales.

-Hay mucha gente que toca las plantas porque cree que transmiten energía positiva, ¿es cierto?

-Si se toca una planta pequeña, de las de casa, a la planta no le gusta nada. Un experimento sencillo puede servir para demostrarlo. Se ponen un par de habas en agua, para que germinen. A una la tocamos un minuto al día y a la otra no. Al cabo de dos semanas podemos observar que la que hemos tocado ha crecido menos. Respecto a tocar o abrazar los árboles, no hay ninguna prueba científica, pero sí entiendo que puede ser positivo para la psique ese contacto con la naturaleza.

-¿Sirve de algo hablar a las plantas?

-No. Se hizo un experimento en el que se leían libros a una serie de plantas y a otras no y se comparaba su crecimiento. No había diferencias significativas entre ambos grupos. Y eso que los autores eran buenos [bromea]. Sólo hubo una pequeña diferencia cuando les leyeron un fragmento de Darwin. Crecieron más deprisa. Pero no era significativo. [De nuevo bromea] Podría significar que lo que oían no les gustaba y querían escapar, por eso crecían más deprisa, explica riendo.

-¿Y ponerles música?

-Las plantas no pueden apreciar ningún tipo de música. Perciben solo vibraciones y frecuencias. Y prefieren las más bajas, las más comunes en la naturaleza, entre los 100 y 400 hertzios, que sonaría como la sirena de un barco. Cuando hablo de preferencias, me refiero a que al poner una fuente de sonido de 300 hertzios, las raíces de las plantas tenderán hacia esa fuente de sonido.

-¿Por qué?

-Esa frecuencia, en torno a 300 hertzios, es parecida a la que produce el agua que fluye. Una posibilidad es que asocien esta frecuencia con la presencia de agua.

-¿Una especie de búsqueda de agua guiada por el sonido?

-Sí

-Un poco de ciencia ficción. ¿Una planta puede detectar a un asesino, como sugería una película de detectives de hace años, y temblar de miedo cuando le ve?

-(Ríe) Recuerdo esa película y creo que era italiana. Pero no es verdad. Las plantas no tienen posibilidad de reconocer a las personas, ni tampoco a un asesino.

-¿Tienen sentimientos, sienten miedo, por ejemplo?

-Depende. Sentimientos en términos humano, no. Pero como forma de comportamientos de las plantas, en este caso sí. Por ejemplo, si ponemos plantas de la misma familia a crecer juntas vemos unos comportamientos diferentes que si no pertenecen a la misma familia. Pero si hablamos de sentimientos como miedo, antipatía, odio, en ese caso, no.

-¿Sienten dolor?

-Las plantas están diseñadas para ser comidas y el dolor es un mecanismo de defensa de los animales para huir del peligro. Las plantas no pueden moverse. No creo que sientan dolor, pero no hay evidencias en un sentido u otro.

-Dice que las plantas tienen nuestros cinco sentidos, más otros diez. Podemos entender el tacto, porque las tocamos y reaccionan, como las mimosas; o el oído, por medio de vibraciones, como ha explicado. ¿Pero y el olfato/gusto y la vista?

-Las plantas ven la luz y sus diferentes cualidades. Huyen de la luz azul, por ejemplo, porque representa la sombra, y prefieren la amarilla y roja, propia del sol.

-Habla de vida social de las plantas y cuidados de padres a hijos, ¿cómo es posible esto?

-La vida social de las plantas es muy activa. Como no pueden moverse, tienen que tejer unas relaciones sociales útiles con las plantas vecinas. Hablamos de colaboración o avisos de amenazas. Por ejemplo, hablando de los hijos, se ha visto que les proporcionan cuidados muy largos en el tiempo. Si imaginamos una semilla que cae en un bosque, que puede ser un lugar muy oscuro, antes de que pueda crecer y llegar a la luz del sol para hacer la fotosíntesis. Puede pasar un periodo de 10 a 20 años, en los que la planta necesita cuidados, porque no tiene autonomía, y esos cuidados se los proporcionan las plantas de su mismo clan que están cercanas, a través de las raíces, hasta que pueda hacerlo por sí misma.

-¿Si he entendido bien, otros miembros de su clan, alimentan a las plantas jóvenes?

-Sí. Les pasan savia. Hay un ejemplo muy bonito. Hace algunos años en un bosque Canadá se protegió el sistema radical de un abeto, pero la planta no podía alcanzar el agua y los nutrientes y se creía que iba a morir en poco tiempo. Sin embargo, vivió cerca de 5 años, y eso fue por los nutrientes que le pasaban las plantas que tenía alrededor. Y esto es algo excepcional que es muy difícil encontrar en el mundo animal.

Fuente: Pilar Quejada de ABC